Autopista verde oliva
Un documental de Alejandro Hartmann releva la trastienda de un proyecto megalómano que sólo aparejó desidia y nuevas exclusiones: la autopista que quiso construir Cacciatore.
POR MAURO LIBERTELLA
Todos sabemos que los dictadores son megalómanos, y actúan apuntalados por la voluntad de sueños delirantes y totales; utopías que el tiempo termina por invertir hasta conferirles su forma final de distopías. Esa transformación perversa y fantasmal es la que narra AU3 , el documental de Alejandro Hartmann sobre la autopista que quiso construir Cacciatore, el nefasto intendente de la dictadura, y que iba a cruzar los cielos de todos los barrios porteños. El proyecto, por supuesto, fracasó, y dejó como única rémora una derrotero de casas destruidas que todas juntas trazan el dibujo de un tajo en el corazón de nuestra ciudad.
Quizás para algunos ciudadanos de la época –hablamos, para algún desprevenido, de mediados y finales de la década del setenta–, el ímpetu urbanístico de Osvaldo Cacciatore podía aparentar el brillo de una idea modernizante. Las autopistas se han instalado en el imaginario contemporáneo como una cifra del progreso y metáfora del futurismo (¿cuántas películas han abusado del plano aéreo de las autopistas enruladas de Los Angeles?) y el intendente pensó, en un relámpago mental de inclinación épica y salvaje, que podía erigir un monstruo de cemento que surcara la ciudad desde la Avenida General Paz hasta Puente Alsina, por sobre los techos de los barrios de Saavedra, Villa Urquiza, Coghlan, Belgrano, Chacarita, Colegiales, Palermo, Almagro, Villa Crespo, Balvanera y Nueva Pompeya. Como esos viejos emperadores que decidían la suerte de un continente desde la alcoba de un palacio, Cacciatore da la orden y, ¡zas!, sus muchachos empiezan a expropiar casas y demoler las primeras viviendas.
Así empieza el documental, con los testimonios de aquellos que tuvieron que dejar sus casas, y AU3 se mete de lleno entonces en una tensión que atraviesa toda la película y que tiene que ver con la relación siempre conflictiva entre el espacio de la intimidad y el amplio espectro de lo público. En ese sentido, AU3 narra la historia de dos expropiaciones o, en otras palabras, cuenta un doble desalojo separado por más de treinta años. Porque si en aquel momento las tropas verde oliva sacaron a los propietarios de sus casas para construir la autopista que nunca se materializó, en los últimos años el Gobierno de la Ciudad sacó a los ocupas que se fueron instalando en esos edificios semiderruidos que dejó la gestión Cacciatore. Así, la relación entre intimidad y espacio público se termina de tensar en el frente y reverso de las clases sociales. Si la expropiación significa para la clase media la entrada de un intruso a la comodidad del hogar, al living familiar, para la clase baja no hay intimidad; el documental vuelve evidente el hecho de que la intimidad es el gran refugio y el patrimonio de la clase burguesa.
En un gesto político, entonces, Alejandro Hartmann trae los restos de un pasado para resignificar el presente. El tópico del déficit habitacional y el concepto de ocupa viene en franca escalada en los últimos años y ha arañado cimas dramáticas con la ocupación del Parque Indoamericano unos meses atrás. Si el documental es un género político por definición, AU3 lo es en el mejor sentido del término: sin bajar moralejas ni ser moralista, visibiliza los conflictos en el interior de un sistema y con eso lo dice todo. La cámara es pasiva y no interfiere con los testimonios y la narración despliega con claridad el juego entre presente y pasado, documentos y testimonios orales, que estructura la línea central de la trama. Por lo demás, si la gran tradición del documental opera relevando una presencia, esta cinta entra en sintonía con otras propuestas argentinas que funcionan por sustracción, dando cuenta de algo que no está: una autopista imaginaria, el fracaso de un proyecto político. Sólo basta caminar por algunos barrios de Villa Urquiza y Belgrano R., que es el límite donde las topadoras de la dictadura llegaron, para ver las huellas de un pasado reverberando en la pobreza del presente, con sus edificios tomados y el esqueleto invisible de la autopista central.
http://boletinoficial.buenosaires.gob.ar/areas/leg_tecnica/boletines/20000208.htm#01
ResponderEliminar