jueves, 3 de marzo de 2011

Nota Terra


AU3 (AUTOPISTA CENTRAL) Y EL DRAMA DE LA VIVIENDA EN BUENOS AIRE
16 de marzo de 2011  15:50

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El cineasta Alejandro Hartmann es el autor de AU3 (Autopista Central), un documental que se está proyectando en dos salas porteñas que aborda el drama de las personas que perdieron sus casas y de aquellas que ocupan otras viviendas abandonadas en la zona de la traza de la autopista AU3, diseñada por el ex intendente porteño durante la dictadura militar Osvaldo Cacciatore.

La traza de la AU3 muestra una fuerte polarización entre los expropiados, los ocupas y otro sector que tiene relación con los ocupas y a la vez no los quiere, un sector que está tironeado de un lado y del otro, afirmó Hartmann en relación a la cicatriz imborrable que el trazado de la autopista marcó entre los pobladores de esa zona de la ciudad de Buenos Aires.

La segunda película del director de Clon (2001), quien aquí se hizo cargo del guión, la dirección, la cámara y la fotografía, se está exhibiendo todos los días a las 18 en el Arteplex (avenida Cabildo 2829) y los sábado y domingos, a las 17, en el Malba, ubicado en la avenida Figueroa Alcorta 3415.

En 1976, la dictadura inició un plan de autopistas para simular progreso mientras reprimía, y si bien el trazado de la AU3 dejó una línea de manzanas con terrenos vacíos, restos de edificios expropiados y demolidos y casas abandonadas, la autopista nunca se construyó, ya que en los 80 el proyecto se detuvo por falta de dinero.

Las casas vacías fueron ocupadas por familias pobres e inmediatamente nació el conflicto: la AU3 atravesaba barrios ricos; los ocupantes, que buscaban casa y trabajo, quedaron enfrentados con los propietarios de la zona, quienes vieron cómo la pobreza se instalaba entre ellos.

En una entrevista con Télam, Hartmann señaló que la AU3 abrió una brecha en la sociedad, con todo lo que eso trae como metáfora de la herida abierta que dejó la dictadura militar y que no cierra. Es un poco como dar vuelta y revolver la herida sin saber cerrarla, porque no podemos verla bien ni analizarla del todo.

Según el cineasta, esta traza tiene un sentido muy metafórico de una herida física sobre Buenos Aires y su gente que no logramos cerrar. Es también la manifestación física de que todos vivimos en una sociedad desigual, llena de inequidades e injusticias, tal como uno de los ocupas de una de las casas abandonadas en la zona afirma en un momento de la película.

La cinta se sumerge con profundidad, pero guardando cierta distancia pudorosa, en uno de los temas más preocupantes de los habitantes de la ciudad de Buenos Aires: El conflicto está marcado por la discusión entre el derecho a la propiedad y el derecho a la vivienda, es decir, hasta dónde el derecho de propiedad está por encima del derecho a una vivienda digna, opinó Hartmann.

En ese sentido, el director señaló que la película plantea preguntas y no da respuestas, porque es muy difícil darlas. La situación en la ciudad es complicadísima: hay 500.000 personas con problemas de vivienda que tienen conflictos jodidos, viven en inquilinatos, villas, casas ocupadas, pensiones, hoteles muncipales y paradores, y básicamente ocupando donde pueden.

Un 20% de la población porteña vive su vida alquilando, no son dueños, porque no tienen posibilidades de acceder a una casa propia. Es un problema fenomenal el acceso a la vivienda en Buenos Aires y el Gran Buenos Aires, y ese es un signo de inequidad tremendo, incluso si se tiene en cuenta que gran parte de la clase media tampoco tiene acceso a una vivienda digna, agregó.

Hartmann indicó que la idea de hacer el documental surgió en 2002, cuando se involucró en una asamblea popular en el barrio de Chacarita que trataba el tema, y luego comenzó un trabajo social con chicos que vivían en un edificio tomado, a partir de lo cual conoció el asunto desde un lugar más cercano y humano.

Después me mudé a Villa Ortúzar y me di cuenta que todas las casas que me rodeaban estaban ocupadas, estaba de lleno adentro de la traza, y ahí me di cuenta que debía hacer algo y contar un poco esta historia. La idea era darle voz a todos y entender que todos tienen una verdad para contar, recordó.

Me interesaba mucho el discurso de los protagonistas, lo que pensaban las personas, porque hay algo en la palabra de esta gente que era muy importante. Quería ver cómo decían lo que tenían para decir, qué cara ponían, 

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